Charlas con Troylo. Antonio Gala
Editorial: Círculo de lectores 1992
Cartoné con sobrecubierta ilustrada. 22x15 centímetros. 245 páginas
Estado de conservación: fecha y nombre anterior propietaria, libro con señales normales de buen uso.
Precisamente por ahora se cumple un dulce aniversario, Troylo. Dicen que para redimirnos nació un día de éstos, hará casi dos mil años, un niño. Tal vez fuese algo más que un niño, pero debería habernos bastado con que fuese eso sólo. Nació sin que nadie le hiciera ningún caso, sin que se agolpara ni se golpeara nadie por verlo ni escucharlo, como al grupo de rok de Cincinnati. Cuando creció ese niño no habló más que de amor. Vivió haciendo el amor, y murió por amor. Luego, sus enseñanzas se fueron resumiendo; pasaron de mano en mano, gastadas como monedas, simplificadas, embobecidas, administradas, burocratizadas. Como si con el amor y su fuego deslumbrante pudiera obrarse de tal modo. Sus palabras se tergiversaron. Sus mandamientos se esquematizaron. Y los seres humanos procuramos, lo antes posible, ensordecer de nuevo. Nos metimos al niño en el bolsillo y compramos, a cómodos plazos, su doctrina.
Pero no es así, Troylo. Aunque cualquier Iglesia humana esté de acuerdo, no es así. La castidad es mucho más que "abstenerse del indebido deleite de la carne". Porque ¿qué cominerías son ésas del deber y la carne y el deleite? ¿Será la castidad roñosa y cicatera en lugar de algo positivo y flamígero y apasionado, como Juana de Arco?. Y el quinto mandamiento es mucho más que no apuñalar a nadie: será socorrer, desvivirse por los hambrientos, por los desprovistos, por los necesitados. Y el séptimo consistirá en lo contrario de robar, o sea, en dar, en compartir, en hacer improbable e innecesario el robo. Hablamos, Troylo, de caridad nosotros los humanos, y no se nos quema la lengua. Y es que hablamos de caridad y amor en calderilla.