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El viejo y el mar. Hemingway, Ernest. Ilustraciones de Salvador Dalí

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24,99 €
Descripción

El viejo y el mar. Hemingway, Ernest. Ilustraciones de Salvador Dalí.

Editorial: Círculo de lectores 1989

Tapa dura en tela con sobrecubierta ilustrada. 25x21 centímetros. 133 páginas. Estado de conservación: dedicatoria anterior propietario, señales normales de buen uso.

"El hombre no está hecho para la derrota. Un hombre puede ser destruido, pero no derrotado". Un emotivo relato cargado de simbolismo, en el que Ernest Hemingway trata temas como la soledad, la vejez, la sensación de cercanía a la muerte, el cariño o la nostalgia.

Santiago es un pescador ya anciano que, día tras día, sale a navegar en su barco en busca de peces por las aguas cubanas del mar Caribe. Santiago es un hombre solitario, curtido por la vida, acostumbrado a la dureza del mar y las inclemencias del tiempo, que le habían otorgado un buen número de arrugas, antiguas cicatrices y manchas en la piel. "Todo en él era viejo, salvo sus ojos; y estos tenían el color mismo del mar y eran alegres e invictos", en ellos resplandecía un brillo de resistencia y desafío.

Su joven ayudante Manolín dejó de acompañarle tras 84 días sin conseguir pescar nada junto a él; sus padres, convencidos de que el anciano estaba afectado por la mala suerte, decidieron que se enrolara en otro barco que tuviera más éxito con la pesca. Aunque Manolín, para el que Santiago era casi como un padre, nunca dejó de preocuparse y ayudar al anciano siempre que le era posible.

Pero el viejo Santiago no se rinde: sale al mar una vez más, buscando su suerte y con ella la reafirmación de su antigua valía como pescador. Esta vez es diferente: un gran pez cae en su trampa y el anciano no está dispuesto a dejarlo escapar. El ejemplar es enorme, mayor que la propia barca, pero la valentía y obstinación de Santiago consiguen reducirlo y el pez es capturado por el viejo pescador, que finalmente logra capturarlo y matarlo. Sin embargo, en los días que duró la travesía de vuelta a tierra los tiburones devoran poco a poco al gran pez sin que Santiago pueda evitarlo, a pesar de intentarlo con todas sus fuerzas.

El viejo pescador arriba al puerto derrotado, con la espina del pez como único trofeo. A pesar de ello, los restos del animal sirven como prueba de la gran hazaña y le devuelven el prestigio y la admiración perdida.

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