El retorno de la antigüedad. La política de los guerreros. Robert D Kaplan
Editorial: Ediciones B 1ª edición 2002
Rústica editorial ilustrada, con solapas. 23x15 centímetros. 238 páginas. Estado de conservación: libro con señales normales de buen uso.
El periodista Robert D. Kaplan defiende en esta obra el retorno a los clásicos de la historiografía y del pensamiento político como claves para entender las relaciones internacionales. “Todas las cosas de este mundo, en cualquier época, tienen su réplica en la Antigüedad”. Pero los autores seleccionados -Tucídides, Maquiavelo, Hobbes o Malthus- denotan claramente la base de la exposición de Kaplan. Es un libro escrito por un teórico de la Realpolitik y admirador de Kissinger.
Es significativo el subtítulo de la edición norteamericana: Warrior Politics: Why Leadership Demands a Pagan Ethics. Y es que ésa es, en definitiva, la propuesta de Kaplan para la política exterior norteamericana del siglo XXI: el retorno a Maquiavelo. El Maquiavelo de Kaplan representa un modelo de virtud pública caracterizada por la eficacia, una especie de precedente del utilitarismo. La moralidad de una acción se mide por los resultados y no por las intenciones. Así, por ejemplo, Rabin nunca hubiera firmado la paz con Arafat si antes no hubiera aplastado por la fuerza la primera Intifada palestina.
Kaplan señala que la virtud judeocristiana es sólo para la vida privada, mientras que la de Maquiavelo lo es para la pública. No es una virtud amoral sino que es de otra índole moral y se relaciona con la polis antigua de Pericles y Aristóteles. Nos lleva así por el camino de la idealización de la democracia ateniense y la república romana, tal como hicieran las revoluciones americana y francesa. Todo ello al servicio de la hegemonía de una única potencia mundial: la república imperial americana. En consecuencia, se llega a la negación del Derecho Internacional y a la consideración de las organizaciones supranacionales (ONU, UE) como burocráticas, legalistas e ineficaces. Kaplan cree que los soldados americanos tendrán que combatir en todo el mundo no con otros soldados, sino con guerreros indisciplinados y fanáticos. La victoria no vendrá, por tanto, de las prescripciones absolutas del Derecho Internacional, sino de la acción de estadistas, militares y tecnócratas “motivados por la virtud antigua”.