El tío Gil y la hermana Donatila. Cancamusas serranas. Emilio de la Cruz Aguilar
Editorial Artes gráficas Veracruz, Jaén 2ª edición 1997
Rústica editorial ilustrada, con solapas. 20x12 centímetros. 200 páginas.
Cancamusas serranas
Emilio de la Cruz Aguilar, ilustre serrano, nos deleitó con sus cancamusas serranas en su libro El tío Gil y la hermana Donatila , he aquí una muestra de las mismas.
Los cazadores
El otro día, cuando los vide llegar es que me cascó una que tuve que trascachame en er panizo, porque no me vieran. Luego, ya cuando me sosegué, pues hombre, ya hablé con elloh, como con cualquiera, pero, en vez en cuando, me venían amagoh y tenía que hacer que tosía, que no se tomaran cuenta. Eso, loh cazaoreh esoh de caza mayor, qu'es que te mueres de veloh vistioh de redículosh, con unos guiscanilloh en la cabeza, con su plumilla en la cinta, luego unoh y unah polainah con máh debillah que ande lah inventaron, unah zamarrah de pastor, pero bien mal hechas y unos zurrones y unah cananah con cartuchoh de sobra pa ir al Gurugú y no terminaloh con toa la morisma que hay allí...
Luego llevaban unoh escopetoh, una cosa mala, con unos antiojoh de largavista que eso se veía toa Sevilla, y ya que me loh dejaron miro por el canuto y, mira por donde, estaba la Petra de Usebio patalaire en el río, y yo venga a mirar y dicía:
- Ende luego, hay que ver lo que inventan y, dice osté, esto tié que valer un pico...
Y ellos inflaban el buche y me dicían:
- ¡Figúrese...! Pero, nada, usté mire lo que quiera...
- No, si ya miro...
Y le acascaba a la Petra unah visualeh que no le ardían la sayah por lo retirao. Y yo estah cosah no es que guste hacelah, porque ya no tengo tiempo pa eso, pero me paecen juguescah de cuando yo era muchacho y me dan muchísima risa drento, si, siñor...
Luego ya que vide con el antiojo una miaja máh, se lo di a loh tíoh y lo ensamblaron otra vez en loh escopetoh que traiban y ya leh digo:
- Oigan osteh... ¿Y esto, pa tirale a los venaoh, un suponer?
- Pues, míe ustez, buen hombre, mira por el visión y cuando está el orjetivo en medio aprieta y lissto...
- ¡Buenah nocheh noh dé Dios! -dije yo pa mí- poh pa ese viaje no se necesitan alforjah: que loh maten ende la ventana de su casa.
Poh, como te iba diciendo, llegaron loh hombreh estoh con suh escopetah de antiojo a matar lo que se leh cruzara, que hay que ver la manía. y yo, poh ná máh que miraloh con lah tripah que traiban y unah pencah que por maravilla se podían abajar del Juan Robleh y dicía yo pa mí:
- Anda, galán, que vah a sudar la pringue a esoh cantoneh arriba, máh que si estuvierah cavando
olivah.
Y loh guardah con elloh como niñerah, don Telesforo p'acá, don Telesforo p'allá, que daba cagueta y no se leh caiba el “don” de la boca. Ya loh montaron en unoh borriquejoh que leh rastraban las piernah y echaron po'hi'ciarriba, pa llegar a la cuerda y tomar lastra palante a loh regalaeroh de la caseta vieja, que lah cabrah se trascachan en lah covachah. Y'iban loh probeh animaleh, mal aviaoh de pienso, que no podían con su alma, soltándose cada cuesco en loh repechoh que llegaba la peste a Poyo Tello.
Poh ya se estuvieron tó el santo el día por ahí, dando zancalah, y vinieron con un cabrón que habían matao que mileh veceh le he dao yo sal en la mano, porque bajaba muchah veceh a lah cabrah y lah ovejah de Fríah y luego poh s'iba y naide le tocaba, lo cual que le quedó querencia de lah personah, después de que quitaron el ganao del monte, y se halagaba dista con loh chiquilloh y loh zagaleh.
Yo, cuando lo vide, me quedé pasmao y dicía pa mi capote:
-Pero, ¿será posible que hayan matao al cabrón éste...?
Y lo miraba, y elloh mientrah venga a retratarse con loh cuernoh cogíoh con una mano y con la otra el esopeto. Y el animalico e Dioh igual de manso muerto que vivo.
Dempuéh, que ésa eh otra, cuando me dijeron loh dineroh que leh había costao matar el macho pensaba yo que por esoh cuartoh, en la Sierra, lah vacah que quisieran: lo mismo de mansah y con máh carne: con poneleh unoh cuernoh de cahparroh pelaoh, listo el bote.